El miedo es un obstáculo tremendo para llevar una vida feliz y gratificante. Nos impide descubrir y sentir las cosas al máximo. ¿No has escuchado alguna vez la frase "la magia ocurre fuera de tu zona de confort"? Todos anhelamos esa magia, pero sin duda es duro salir ahí fuera. Tememos el fracaso, el rechazo, la pérdida, el sufrimiento... Pero si escuchamos al miedo y le dejamos controlar nuestra vida, nos perderíamos algunas de las experiencias más maravillosas. Imagina una vida en la que no dijéramos "te quiero" por miedo a no ser correspondidos. Que no siguiéramos nuestra pasión porque esa vida pareciera demasiado impredecible. Que no intentáramos aprender algo nuevo porque cabría la posibilidad de que no se nos diera bien. O que no conectáramos con otras personas porque nos asustara abrirnos a ellos y mostrarles nuestras emociones. Con esto no quiero decir que nunca sienta miedo. De hecho, ser padre probablemente abre la caja de Pandora de los miedos. Lleva esta emoción aún más allá. De repente un día hay mil millones de cosas que nos asustan. Sin embargo, por mucho que nos empeñemos en evitar que ocurran, podemos estar bastante seguros de que algún día se harán realidad. Tu hijo enfermará, le romperán el corazón en algún punto de su vida, quizá pierda su camino o incluso se enfrente a una tragedia. Tememos que no tengamos las habilidades para mantenerle seguro. Nos preocupa que nos ocurra algo y que no tenga a nadie que le cuide. No es de sorprender que, cuanto más amamos a alguien, más fuerte es el miedo a perderles o verles sufrir. Y precisamente esa es la razón por la que no deberíamos evitar el miedo. ¿Estarías dispuesto a dejar pasar el amor de tu vida? ¿Te quedarías en un trabajo que odias sólo porque te da seguridad? ¿Te quedarías en el mismo lugar porque empezar de cero es demasiado esfuerzo y podrías fracasar? Cada vez que sentimos miedo es una oportunidad de practicar mindfulness, la atención plena. La solución más cómoda sería evitar esas situaciones, mientras que el contrario es estar presente. Estar presente en un momento de miedo puede ser doloroso y aterrador, pero sólo entonces podemos experimentar lo que es. Al estar presentes, incluso en los momentos incómodos, las partes maravillosas de esas experiencias se magnifican. ¿No sería hermoso sentir amor mil millones de veces más fuerte? Eso vale la pena un poco de miedo y un poco de dolor. El otro día fui a la pila de libros que esperan en la estantería y eché mano a "The places that scare you" de Pema Chödrön ("Cuando todo se derrumba" en su versión española). No me sorprendió que el libro comenzara hablando del amor y la compasión. Esta idea inicial me dio mucho que pensar. Tanto el amor como la compasión son antídotos magníficos contra el miedo. Cuando te enfrentes a algo que te asuste, simplemente reconoce la existencia de esta emoción y, sin aferrarte a ella, céntrate en el amor que se esconde detrás: amor a alguien, por una pasión, un sueño, un ideal... Tal como Thich Nhat Hanh dice, riega las semillas de amor y compasión, no las semillas de la violencia. Este cambio de perspectiva, por simple que pueda parecer, es un acto de valentía, de salir del interior de la oscuridad, sin evitarla o ignorarla. Es un acto de aceptar que, como humanos, somos seres vulnerables, sin dejar que el miedo dictamine nuestra vida y, de esta forma, aprender y hacernos más fuertes.