Si al leer el título de este artículo has pensado que ibas a encontrar una lista de regalos ingeniosos para pequeños yoguis, lamento tener que decepcionarte. No, no tengo ni idea de qué ideas fascinantes han sacado este año para maravillar a nuestros pequeños, pero puede que lo que quiero recordarte hoy sea más significativo que una lista de artilugios de moda.
De hecho, el mejor regalo que le puedes hacer a tus hijos estas navidades (o cualquier día del año, porque para regalar no hace falta excusa ninguna) no es nada para ellos, sino para ti. El mejor regalo para un hijo es que te cuides, que te tomes tiempo para ti mismo, que seas una prioridad en tu vida. Aunque pueda sonar algo extravagante o egoísta, déjame explicarte por qué hago esta afirmación tan rotunda. La verdad es que no hay nada que haga más feliz a un hijo que crecer en un ambiente relajado, emocionalmente sano, convivir con padres que sean comprensivos, pacientes, cariñosos, que no pierdan los nervios por asuntos mundanos del día a día. Nada les hará más feliz que sentir que sus padres disfrutan de su compañía sin prisas, que no necesitan comparar lo que ya tienen con lo que tienen los demás, que son queridos tal y como son, igual que hacen sus padres.
Párate un momento a pensarlo: cuando te sientes relajado y asentado en el presente, es muchísimo más fácil no reaccionar sin pensarlo y actuar atentamente, con más compasión y comprensión. Cuesta muchísimo menos respirar profundo antes de responder de mala gana cuando algo nos molesta. Nuestra paciencia parece de repente convertirse en una fuente casi inagotable y no nos importa pasarnos media hora subiendo las escaleras mientras vas cargada con la compra (por poner un ejemplo glorioso).
Me encantaría que lo probaras por ti mismo. Yo lo veo enseguida cuando han pasado algunos días sin haber podido darme lo que necesito. Cada vez que paso varios días sola porque mi marido esté de viaje de negocios y estoy a cargo de todo las 24 horas del día, noto como mis recursos se van agotando. No encuentro la forma de ser paciente y amable cuando la situación se presenta difícil, y no es difícil de comprender. Estoy simplemente agotada y necesito recargar las baterías.
Lo que uno decida hacer para recargar las baterías es absolutamente personal y puede ser muy diferente de una persona a otra. Para mí es sentarme a meditar, salir a clase de yoga, darme un baño, escuchar un yoga nidra, o también posible, tener el tiempo de escribir aquí lo que se mueve en mi corazón. Pero podría ser también darse un paseo, hacerse una manicura, quedar con amigos para tomar algo, echarse una siesta... El final es el mismo: papás felices, hijos felices. Recuerda, no se puede dar nada si tu vaso está vacío y hay ciertas cosas que nada material pueda rellenar.
Así que, ¿una tableta, un coche teledirigido ultraligero, una casa de muñecas de cinco plantas? ¿Cuánto estás dispuesto a pagar para comprar estas cosas (aparte del dinero)? No me gusta la idea de que ‘haya que hacerlo todo por los hijos.’ Como si hubiera que sacrificar la misma vida para alcanzar una meta que puede igualmente estar fuera de nuestras posibilidades. ¿Y si en vez de comprar regalos caros, usáramos ese dinero para regalarnos tiempo? Una niñera que se ocupe de los niños mientras me cuido, un masaje que me digo no me puedo permitir porque tengo que comprarle otro par de zapatos al niño, pasar el día jugando en el parque en vez de buscando la mejor oferta de esos patines en tropecientas páginas de internet... Como digo, todo cuesta algo. ¿Qué estás dispuesto a gastarte en esta vida?
[vuelve a mamá yogui o inicio]