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  • Foto del escritorAnavi

Cómo iniciarse en la práctica de yoga

Actualizado: 7 mar 2021


Este artículo lo escribí para una colaboración con el blog Ms. Health Esteem.

Podéis encontrar la publicación original en inglés aquí.

Mi aventura con el yoga comenzó hace nueve años, aunque la curiosidad me llevaba picando desde hacía mucho más. Fue mi madre quien me mostró lo que era un saludo al sol durante mis años en la universidad. Me quedé totalmente fascinada con la agilidad con la que mi madre se movía de una pose a otra. En aquel tiempo (tal como había sido desde mi adolescencia), padecía de dolores de espalda por mi escoliosis, y aquella hermosa y misteriosa danza parecía algo que jamás podría hacer. “¿Tocar el suelo con la punta de los dedos? ¡Con mi espalda imposible!” - pensaba.

Con esta actitud no sólo me hablaba a mi misma de la forma más negativa posible, asegurándome de que era un fracaso físicamente hablando, por no poder hacer a mis 20 años, lo que mi madre con más de 40 hacía con tanta elegancia. Además, me estaba privando de descubrir un nuevo mundo de posibilidades. Cuando miro atrás, me doy cuenta de cuál era el problema: mi ignorancia y una actitud equivocada; no el hecho de que, en efecto, no podía llegar con los dedos al suelo.

Después de todos estos años, he aprendido mucho. He pasado de estar bastante limitada en mi rango de movimiento, a sentirme libre en mi cuerpo. He pasado de hacer ejercicio rara vez, a establecer una práctica física consistente. Se podría decir que he pasado de ser principiante, a pasar al otro lado del espectro, habiendo completado varios cursos de profesora de yoga (aunque esa es otra cuestión de la que hablaré más tarde.)

En este artículo , me gustaría compartir algunas de las cosas que he aprendido por el camino, con el espíritu de que esto encienda un amor dentro de ti a embarcarte en este viaje que podría cambiarte la vida, y que lo comiences con algo de entendimiento y una actitud positiva.

Comienza donde estás

La gente comienza a hacer yoga a diferentes edades, en diferentes situaciones de la vida, por diferentes razones. Ahí esta la belleza de esta práctica. No necesitas ser o tener nada en particular para comenzar la práctica de yoga. No hay prerrequisitos.

En mi caso, lo que finalmente me empujó a comenzar fue lo que inicialmente me había echado para atrás. ¡La ironía! Años después de ver a mi madre saludar al sol, mis problemas de espalda estaban empeorando. Se estaba convirtiendo en un verdadero lastre. Tras sesiones de terapia física, decidí tomar cartas en el asunto y me comprometí a ir a clases de yoga una vez por semana para poco a poco fortalecer mi espalda.

Mis comienzos significaron ir a clases para principiantes donde me preguntaba si me había equivocado y realmente estuviera en una clase intermedia o avanzada. ¡Era todo tan duro! Pero no por ello dejé de ir. Me centraba en intentar las poses lo mejor que podía y aprendí a aceptar que, en ese momento, ese era mi estado físico.

Los comienzos de otras personas pueden ser muy diferentes al tuyo, y así debería ser. Piensa que el camino en el que te encuentras es único, como tú. Si eres la única persona con el honor de vivir tu experiencia personal, ¡qué mejor que intentar disfrutar de ella tal como viene! Recuerda, el yoga no tiene que ver con tocar el suelo con la punta de tus dedos, sino lo que aprendes de camino hacia allí.

Aprende a amar la práctica

Esto es esencial, porque nadie llegaría muy lejos haciendo algo con lo que no disfruta. La motivación es muy importante y el amor por la práctica hará más fácil volver a ella, una y otra vez.

Creo que algo que le encanta a mucha gente sobre el yoga es cómo la práctica les hace sentir. Es una buena idea observar los cambios en tu cuerpo y mente durante la práctica. Yo solía centrarme en las sensaciones en la espalda al principio y final de cada clase. Como comenzábamos y terminábamos siempre sentados en meditación, era fácil percibir la diferencia. Cada vez que volvía el dolor de espalda, recordaba la sensación al final de una sesión de yoga, y sabía qué tenía que hacer para sentirme mejor.

Encuentra un profesor con el que te identifiques

Este siguiente punto es crucial. En los primeros estadios de tu práctica, tener a un buen profesor que te guíe tendrá un impacto enorme, no sólo en tu aprendizaje, sino también en tu motivación e inspiración.

Aún recuerdo cuando encontré a una profesora que me encantaba unos meses después de comenzar con el yoga. No podía esperar a la clase de los viernes a las cinco para practicar con ella. Hasta recuerdo volver a casa en la bici canturreando felizmente y sin pensarlo, y puedo aún sentir esa sensación de tener todo lo que necesitaba para ser feliz y estar conectada a todo. Cada uno tenemos el potencial para descubrir esta sensación, pero la inspiración de profesores así nos ayudan a descubrir esa paz interior ya existente con sus enseñanzas y su propia presencia.

Eso no significa que tengas que ir a las mismas clases el resto de tu vida. Tu práctica evolucionará igual que tú y tus circunstancias. Figuras así nos ayudan a no tirar la toalla y por lo tanto, a aprender a amar la práctica.

Con el tiempo, una práctica individual será de mucho valor y una señal de tu dedicación y (de nuevo) amor por la práctica (¡parece que este punto debe ser uno de los más importantes!) Pero considérate un bebé que está aprendiéndolo todo sobre la vida. Igual que no dejarías a un bebé solo y no ignorarías sus necesidades, tú también necesitas la ayuda y guía que harán de ti un mejor yogui.

Finalmente, mientras buscas a tu profesor favorito (o incluso después de haberlo hecho), no dudes en probar diferentes estilos de yoga. Esto te aportará una visión más amplia para experimentar y comprender mejor qué significa para ti personalmente la práctica del yoga.

Crea una red de apoyo

Conocer a personas que compartan tus intereses y que te inspiren, junto con crear un estilo de vida que apoye tu práctica, te pondrá las cosas más fáciles. Si tienes un amigo que haga yoga, id a clases juntos. Tener a alguien con el que compartir la práctica te proporcionará motivación e interminables conversaciones profundas. Si no tienes ningún amigo yogui, te aseguro que harás muchos camaradas y conocidos en tu clase de yoga regular.

Parece que comenzar este viaje espiritual tiene un efecto de bola de nieve en otros aspectos de la vida. Practicar el yoga fortalece tu habilidad de mirar hacia dentro y escuchar los anhelos de tu corazón. Verás con más claridad lo que te hace feliz y lo que no. Puede que te des cuenta de que algunos hábitos o personas en tu vida no están en armonía con tu búsqueda de la felicidad y así, encontrarás la fuerza para tomar la decisión de dejar ir aquellas cosas que no funcionan más en tu vida.

No compares tu práctica o tu progreso

Entonces, llegas a clase de yoga, colocas tu esterilla (probablemente al final de la sala), comienzas a practicar, e inevitablemente empiezas a mirar qué están haciendo el de al lado. ¡Todos hacemos lo mismo, no solo los principiantes! Desechar las voces negativas del ego es una ardua tarea. La buena noticia es que el yoga te enseñará una y otra vez, que no necesitas identificarte con el ego de esta manera. Somos más que un cuerpo y pensamientos.

Manifiesta una intención, más que un objetivo

Algo que me encanta del yoga es que no tiene ningún sentido ser competitivo, al menos para mí. Esta práctica es una experiencia muy íntima y personal, donde no existe en absoluto la necesidad de mostrar grandes hazañas a los demás, o a nosotros mismos.

De hecho, lo curioso es que el yoga tiene más que ver con ser que con hacer. Por lo tanto, la forma de medir el progreso es muy personal también, porque nosotros somos los únicos que podemos evaluar cómo nos sentimos.

No estoy en contra de tener un objetivo particular en la práctica, por ejemplo, llegar a dominar una pose en particular. Pero creo que es más enriquecedor trabajar en lo que somos, que lo que hacemos. Es por eso que las intenciones me parecen más interesantes que los objetivos.

Una intención es un enunciado positivo que repetimos para adentro, donde expresamos algo que anhelamos. Este enunciado se pronuncia normalmente al principio y al final de la práctica, pero se podría revisar en cualquier momento de la práctica realmente. Las intenciones se expresan en lenguaje positivo, en tiempo presente, y tienen (por supuesto) que ver con el ser, más que con el hacer. Aquí tenéis varios ejemplos: “Me siento en calma”, “Estoy centrada”, “Soy fuerte”, “Sigo mi intuición”, etc. Por supuesto, puedes (y deberías) crear tu propia intención personal.

Al principio es posible que necesites tiempo para encontrar tu intención. Pero con el tiempo serás capaz de dilucidar adónde es que te quieres dirigir. Además, tu intención puede cambiar con el tiempo. ¡Quizá incluso cada día! Esto es muy normal al principio y no significa que sea algo malo. Como decía, te estás entrenando en escuchar a tu corazón. Date tiempo y lo oirás cada vez más claro.

Ten curiosidad por todos los aspectos del yoga

En la etapa inicial de la práctica, la mayoría de la gente considera el yoga una actividad física. Sin embargo, esto es solo la punta del iceberg. En realidad, no me gusta nada llamar al yoga “ejercicio”, porque no creo que sea sólo mover el cuerpo. Hay muchos más componentes y esto se refleja en cómo el yoga tiene un profundo efecto no sólo en el cuerpo, sino en la mente también.

Las asanas (posturas) son el punto de partida para la mayoría de nosotros, pero curiosamente, como aprendí durante mi curso en la India, es la parte menos importante allí. El yoga se puede practicar de muchas diferentes maneras: respirando, cantando, relajándose, meditando, andando, ayudando a la gente... En resumidas cuentas, la práctica del yoga es realmente la práctica de la vida. Se trata de llevar consciencia a cada uno de los aspectos de nuestra vida.

Todos somos el eterno estudiante

Finalmente, el punto más impotrante: todos estamos aquí aprendiendo. Desde el yogui con más de 20 años de experiencia, hasta el estudiante más novato que va a clase preguntándose que dónde se habrá metido. De hecho, si eres capaz de mantener tu curiosidad y tus ganas de aprender, incluso si llevas haciéndolo desde hace muchos años, habrás aprendido una de mayores lecciones. Porque el momento en el que piensas que ya lo sabes todo y que eres un experto en todo lo que había que aprender, le habrás dejado al ego tomar el volante y te perderás el resto del viaje hacia tu Ser.

Mi mensaje para ti es simplemente: no pierdas la fascinación, ten siempre la mente abierta. No des nada por sentado ni hagas suposiciones sobre la práctica. Y escucha, escucha siempre dentro de ti. Todo lo que necesitas, está ya ahí.

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