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  • Foto del escritorAnavi

Invitar la abundancia en la vida

Actualizado: 7 mar 2021


En el año 2004, cuando estaba viviendo en una habitación de no más de 6m², no me podría haber imaginado estar sentada hoy aquí. Está claro que esta transformación no ha ocurrido de la noche a la mañana. Ha habido muchas otras paradas por el camino hasta aquí. El ático donde mi entonces novio sólo podía ponerse totalmente erguido en el centro de la habitación. El estudio donde mi aún entonces novio tenía que esperar para volver a casa cuando yo estaba dando clases de inglés, para no molestar a los estudiantes. El piso de dos habitaciones donde las ventanas eran tan viejas que el aire gélido se colaba durante el invierno.

Ahora estoy sentada en este piso enorme, tan grande que parece una galería de arte. Entra tanta luz por las ventanas altas, que a veces dudo que sea realmente invierno. Te puedes tumbar en el suelo para Savasana y el sistema de calefacción por suelo radiante se convierte en una manta extra. Preparo la comida viendo a mi pequeño jugar, porque todo el espacio es abierto y de alguna manera, la vida se convierte en juego.

¿Cómo he llegado aquí? No estoy preguntando por los hechos. Sé muy bien cómo lo hemos conseguido. Han sido muchos años de duro trabajo y esfuerzo. Pero hay algo más. No quiero llamarlo karma, porque no quiero equiparar el karma simplemente con riqueza material. La verdadera pregunta que me hago es más bien, ¿por qué he llegado yo hasta aquí y no tantos otros? Igual que alguien que está pasando una mala racha y le parece que todas las desgracias del mundo van dirigidas a él: ¿por qué yo? En mi caso me pregunto por las razones opuestas, claramente. ¿Por qué yo?

Hay muchas más preguntas detrás de este interrogante. ¿Me merezco esto? ¿He hecho suficiente bien en el mundo para llegar aquí? ¿Soy la viva personificación de los males de este mundo capitalista? Hay tantas respuestas a estas preguntas como hay opiniones ahí fuera, pero sólo una cosa me importa realmente. ¿Qué es lo que siento personalmente sobre esta nueva etapa de mi vida? Y una cosa más, ¿qué estoy aprendiendo del hecho que, en efecto, me veo viviendo en este piso de ensueño? No sé si todo el mundo que es tan afortunado se hace las mismas preguntas incómodas, pero no puedo negar que están aquí por alguna razón. Es hora de hacer algo de introspección.

Puede sonar raro, pero nos puede resultar muy difícil darnos permiso a recibir. ¿No has oído alguna vez a alguna decir que mantienen las distancias en sus relaciones, porque les da miedo el amor? Se sienten cómodos dando amor, pero no recibiéndolo. Otro ejemplo, algunas personas están siempre dispuestas a ofrecer ayuda, pero no saben cómo pedirla cuando la necesitan (ya lo sé, trabajo en curso.) ¿Y las personas que lo dan todo en el trabajo, pero no se atreven a alzar la voz para que le den algo que desean? ¿Te suena familiar alguna de estas situaciones? Entonces seguro que puedes imaginarte mejor de lo que estoy hablando.

El hecho es que tenemos que aprender a recibir. No permitirte recibir tiene connotaciones muy tristes: “no soy suficientemente buena para esto”, “la gente va a pensar que no soy lo que era y voy a dejar de gustarles”, “he vendido mi alma”… En serio, ¿somos alguna vez tan duros con los demás, como lo somos con nosotros mismos? En vez de esto, estoy trabajando en repetir los siguientes pensamientos inspiradores: “estoy agradecida por esta vida”, “invito la abundancia y le doy la bienvenida con sinceridad”, “no me avergüenzo de mi fortuna”, “tomo las decisiones con el corazón”, “evito el drama y me centro en lo positivo”.

La parte curiosa es que, el mismo día que nos mudábamos se me metió una canción en la cabeza y la repetía en voz baja una y otra vez mientras esperábamos a que los chicos de la mudanza terminaran en el piso antiguo. La letra decía:

Me siento dichosa, estoy agradecida y vivo en abundancia

Hacía bastante que no escuchaba esa canción y comencé a canturrearla sin pensarlo. Cuando me di cuenta del mensaje que estaba repitiendo, me paré y sentí una ráfaga de calor en mi corazón y casi se asomaron las lágrimas a mis ojos. No, no estoy triste de dejar esta ciudad, estoy tan increíblemente agradecida de haber recibido la dicha que es esta vida. Las estrellas se han alineado para guiarme a casa. ¡Gracias, gracias, gracias universo!

[vuelve a reflexiones o inicio]

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