A principios de año es inevitable pensar o discutir sobre los propósitos de año nuevo. Este tema despierta recelo o incluso frustración entre muchos. En parte puede ser una expresión de rechazo a algo predispuesto, a una costumbre que vemos como una obligación social. Pero también puede ser una señal de un desasosiego más profundo. Los propósitos de año nuevo abren la ventana a un posibe fracaso. Si no lo cumplimos, nos sentiremos débiles y sin control de nuestras vidas. Muchos, entonces, preferirán no hacer propósitos de año nuevo para no tener que lidiar con la decepción de no haberlos llevado a cabo. Y esto, posiblemente, poco después del comienzo del año, aunque ese propósito fuera algo que deseaban enormemente.
Aprender un idioma nuevo, llevar una vida más sana, encontrar más tiempo para uno mismo, ponernos en forma... Los típicos propósitos de año nuevo son intrínsecamente buenos. Entonces, ¿por qué es tan difícil hacer que se cumplan?
En su libro Los cuatro deseos, Rod Stryker señala que para cada resolución hay siempre algún grado de resistencia hacia su culminación. Esta resistencia, de ser grande, hará que no tengas éxito, aunque tu propósito tenga consecuencias muy positivas en tu vida. Así, debemos reconocer que una cosa es tener una intención y otra diferente es ver que esa intención se haga realidad.
Aquí entramos en lo que en la filosofía del yoga conocemos como sankalpa. Sankalpa se podría traducir como intención, propósito, voluntad, resolución. En primer lugar, es importante reconocer qué es lo que queremos y en segundo lugar, encontrar la forma adecuada de expresar ese deseo. Pero sólo repetir nuestro sankalpa o intención, no es suficiente para que esta se cumpla. Es ingenuo pensar que tan sólo repitiendo un deseo numerosas veces este se hará realidad. Hace falta poner empeño en conseguirlo. Este esfuerzo será mayor o menor, dependiendo de diferentes factores.
Rod Stryker explica esta idea con lo que él llama ‘la ecuación de la creación’. Según esta teoría, hay un espacio entre querer y tener, que tiene que ver con la resistencia interna y los obstáculos externos. En ocasiones la resistencia a la consecución de un deseo es mínimo, lo que supone que el esfuerzo necesario para cumplirlo sea menor. Por ejemplo, si tengo sed, mi deseo será beber un vaso de agua. Por suerte para mí, lo único que tengo que hacer es ir a la cocina y servirme un vaso de agua fresca de mi jarra. En un instante y con el único esfuerzo de dirigirme a la cocina, he conseguido cumplir mi deseo. Por el contrario, piensa en una persona que vive en una aldea en África donde no hay acceso a agua potable. El esfuerzo será enorme y las circunstancias externas pueden incluso imposibilitar el simple hecho de beberse un vaso de agua fresca.
¿Por qué es importante hablar de algo tan obvio? Veámos ahora de qué trata la ecuación de la creación. En ella entran en juego tres factores: shakti (la fuerza de mi deseo), vayu (la cantidad de esfuerzo que estoy dispuesta a ejercer para lograr mi objetivo) y karma(la resistencia, ya sea interna o externa, que intenta impedir que consiga lo que quiero, que se conoce por prapti). La ecuación sería algo así:
shakti + vayu > karma = prapti (cumplimiento del deseo)
Esto quiere decir que si la suma de la intensidad de tu deseo más la intensidad de la energía que diriges hacia la consecución de tu deseo es mayor que la resistencia, conseguirás lo que quieres. La lógica que sigue es muy clara. Por una parte, cuanto más fuerte sea tu deseo, mayor será tu implicación para conseguirlo. Un gran deseo te proveerá de la fuerza necesaria para llevar a cabo las acciones necesarias para conseguir lo que quieres y superar los obtáculos que aparecerán en el camino. Por otra parte, si tu vayu es fuerte (la energía que usas para conseguir tu fin), hará que aúnes recursos de una gran variedad para tener éxito, ya sean recursos físicos, mentales, emocionales, materiales, sociales o espirituales. Sin embargo, si la resistencia es mayor que los dos anteriores, obstruirá tu camino y disminuirá el poder de tu deseo y energía. Un ejemplo práctico puede ayudarnos a comprender mejor esto.
Imagina un estudiante en la recta final del curso. Tiene que enfrentarse a los exámenes finales y su consecuente deseo es aprobar con buenas notas. El estudiante pondrá en acción su fuerza de voluntad, disciplina, amor por lo que está estudiando, expectativas de futuro, gastará dinero en comprarse libros con los que indigar más en las asignaturas, invertirá numerosas horas en estudiar, gozará aprendiendo cosas nuevas... Todos estos factores van a ayudar a que siga el camino para alcanzar las notas deseadas. Si realmente quiere obtener resultados brillantes, moverá tierra y cielo para aumentar sus conocimientos y alcanzar la meta. Entonces, un amigo llega a su habitación. Hay una fiesta y la chica que le gusta va a estar allí. Piensa en la situación de trabajo actual y se desanima. Echa un ojo al montón de libros que debe releer para aclarar sus ideas. Empieza a perder la confianza en sí mismo. Las dudas le invaden y empieza a cuestionar si tiene sentido todo lo que está haciendo, en vez de disfrutar del momento con sus amigos. Para colmo, su compañero de piso acaba de poner la música a tope y es imposible concentrarse. Como podéis ver, el estudiante se enfrenta a un sinfín de obstáculos. Algunos son internos (la falta de disciplina, de confianza en si mismo) o externas (la situación laboral actual, las personas que le rodean, el ruido). Si este estudiante tiene un deseo tan tan grande, que nada, ni siquiera las decepcionantes cifras del paro le apartarán de sus libros, estará más preparado para conseguir lo que quiere. Le dirá a su amigo que esta noche no puede, irá a la biblioteca con su montón de libros y se ensimismará en la lectura. Dejará a un lado el deseo de diversión, para un fin más alto. Pero si su deseo y energía ceden a la montaña de obstáculos, será sólo una cuestión de minutos hasta verle en el bar con sus colegas disfrutando de una noche de juerga.
En conclusión, la intensidad de estos factores, determinará qué ocurrirá al final. Cuando quieres algo, pregúntate, ¿cuánto lo quiero realmente? Si honestamente quieres alcanzar un fin, trabaja para aumentar las fuerzas que te ayudarán a conseguir tu objetivo. Determina cuáles son las fuerzas de resistencia que están en tu contra y toma las riendas de aquellas que sí puedes cambiar. Y sobre todo recuerda, que la resistencia más grande con la que te vas a enfrentar, es tu propia resistencia al cambio, a la transformación. Al crear tu sankalpa, visualiza cómo será tu vida tras la consecución de tu deseo. Esto puede ayudarte a ver si el deseo expresado es sincero.