He oído esa cita famosa de Patthabi Jois tantas veces: ‘Practica y todo llegará’. La he repetido como un mantra y ahora estoy diciendo justo lo contrario. No sé si estoy haciendo trampa o si finalmente he tirado la toalla. Supongo que no todo está llegando. Quizá no todo, pero definitivamente algo sí. Hay mucho que hacer y algunas cosas hay que hacerlas fuera de la esterilla. ¿Y si no practicar fuera, a su manera, otra forma de practicar? No te pongas demasiado cómodo. ¡El camino de no practicar puede ser bastante movidito!
Me gustaría compartir con vosotros lo que me ha inspirado a reinventar mi práctica en los últimos doce meses. Un año en el que he tenido que hacer frente a muchas dificultades y en el que durante una buena parte, simplemente, no me era posible seguir el ritmo de la práctica que me había esforzado tanto en construir. Puede que demasiado... No creo que la práctica deba ser una lucha. Si sientes que lo es, quizá sea el momento de dejarla ir, para centrarte de nuevo.
Esto convencida de que el yoga es para todos, ¿pero podrías imaginar a una persona mayor o alguien que acaba de salir de una operación haciendo la misma práctica que un yogui sano, joven y apasionado? ¿Por qué tendrían que impedir estas circunstancias que se beneficien de la práctica estas personas? El secreto es moldear la práctica de yoga a la realidad que estás viviendo. ¡Qué gran oportunidad para aprender sobre cómo estar aquí ahora! De eso es de lo que trata el yoga realmente.
Aquí os cuento qué he aprendido enrollando mi esterilla y dejándola a un lado:
Aprender a aceptar – luchar contra el flujo natural de las cosas es agotador y no te lleva a ninguna parte. Párate, practica a sentirte con los pies en el suelo, aceptando tu situación y da las gracias por las cosas que la vida te da. Para más información, os recomiendo leer sobre el concepto de santosha en los Yoga Sutras.
Reconocer dónde se está en el camino – puedes sacar una lección de todo. Si la vida te presenta un desafío, pregúntate qué puedes aprender de ello. Todo es una cuestión de actitud. No importa lo lejos que llegues en el camino, sino en lo que te conviertes mientras lo caminas.
Encontrar otras formas de practicar – esto sí que es fácil. Medita, lee libros que te inspiran, haz pranayama. Yo comencé a aprender a tocar el armonio y fue algo que me trajo tanta alegría. Encuentra lo que te proporciona felicidad a ti personalmente. Puede ser explorar tu lado creativo o cambiar la forma de ver las cosas. ¡Sólo tú puedes realmente saber qué es lo mejor para ti!
Encontrar inspiración en las cosas simples de la vida – preparar una comida saludable, dar un paseo sosegado a solas, con tu perro o un amigo, disfrutar del hecho de descansar. Descubre una paz sencilla en las cosas mundanas. Esto te ayudará a sentirte más en sintonía con el momento.
Dejarse asombrar por uno mismo después de una pausa – te sorprenderá ver cuánto puede acumular tu cuerpo en el sentido físico. La práctica que hiciste en el pasado se verá reflejada en lo que hagas en el futuro, así que no te sientas culpable si necesitas hacer un descanso. Volverás a tu práctica habitual más pronto de lo que te imaginas.
Entender mejor por qué se practica – ¿quieres dominar esa pose imposible? ¿Quieres estar en forma? ¿Quieres enseñarle a todo el mundo lo alucinante que es el yoga? Creo que estas cosas pueden ocurrir como un efecto secundario de la práctica, pero el objetivo final no necesita ser físico. Hay un efecto oculto que no puede cuantificarse y que, en efecto, acaba siendo el más sustancial. El yoga es un viaje espiritual. Usa tu pausa para tantear el espectro más profundo de tu práctica.
Desechar actitudes dañinas – ¿aún no has conseguido hacer esa pose imposible, pero sigues forzándote más allá de tus limítes? ¡Piénsatelo dos veces! Las lesiones son una realidad (otra lección, ¡bravo!) y cuanto antes aprendas a querete a ti mismo, más ganarás en salud.
Ser más humano – ¿y qué pasa si nunca consigues hacer esa pose imposible? ¿Qué pasa si no alcanzas el estado de samadhi en esta vida? ¡No pasa absolutamente nada! Eres humano y no hay que ser perfecto. Es lo que haces y aprendes en el camino lo que cuenta, no si alcanzaste el objetivo final.
Aprender sobre la compasión – ¿puedes escuchar ‘lokah samastha sukhino bhavantu’ sonando en tu cabeza? ¡Sí! Que todos los seres sean libres y felices. Por favor, ¡no olvides que esto también se refiere a ti! Si tomarte un descanso va a ayudarte, no te sientas culpable sobre ello. Estarás perdiendo el sentido mismo de tomarse un pausa de lo contrario.
Redescubrir el amor por la práctica – después de una pausa, volverás a ella con entusiasmo renovado. Es como ver a la persona que amas después de mucho tiempo. ¡Gracias por enseñarme esto, relación en la distancia!
Creer firmemente que si se es honesto con la práctica, esta volverá – finalmente, confía en tu práctica. Cuando quieres algo sinceramente con todo tu corazón, el universo conspirará para que ocurra.
Pero la lección más grande que he aprendido es la siguiente. Me crucé con ella durante mi formación de profesor de Yin Yoga, donde nuestro profesor dijo que la meta final de toda práctica de yoga es dejar de luchar por conseguir algo. Suena mágico, ¿no? El secreto para acercarte a tu Yo verdadero, a la felicidad real y la paz interior es dejar de esforzarse tanto. Cuando luchas más de la cuenta, te desconectas del momento. Sólo vives las dificultades del presente. Te pierdes en el futuro, en las expectativas y los deseos. Perdemos el contacto con nuestros sentimientos y emociones y dejamos pasar las lecciones que necesitamos aprender de ellos y del momento que los hizo surgir. Por lo tanto, que no te de miedo apartar tu práctica física de tu rutina. Debes practicar por ti, no se trata de demostrar nada a nadie. Si logras liberarte de esta tension, serás capaz de vivir más el presente.
¡Namasté!